jueves, 27 de octubre de 2016

El exilio


La narracion biblica es la revelacion de Dios en Jesucristo. Esta acción primordial que transcurre en la subjetividad, acontece en una continua de-construccion de los comportamientos humanos.

El cruce del Mar Rojo inicia una nueva etapa de libertad espiritual, la brutal inmovilidad de las pirámides quedo atras. El pie cruzo el agua sin mojarse y descubrió una arena distinta por su infinitud, cuando se mira al frente el horizonte se constituye como desierto. En la multitud se siente respirar mejor, se pone fin a la abrumadora esclavitud de Egipto.

Lo que en el inicio fue la elección de una familia ahora se afirma en la elección de un pueblo, pueblo nacido de esa familia. Este pueblo tendrá una estructura esencial de peregrino, inscripta en su biología.

Salir de Egipto, para que Israel, pueblo nómade ensaye un modo de sedentarismo, ciudades que fracasa por sus alianzas con pueblos mercantiles y el pueblo debe volver a iniciar ahora una caminata forzada al exilio.


Todos son lenguajes que deben de-construirse, para retomar la escucha de la “palabra viva” palabra que se auto-manifiesta en el corazón de la mujer y del hombre creado por Dios.

El exilio como el dolor son requerimientos propios de la escucha de la Palabra que en su exceso fuerza a un despertamiento que en ocasiones es un despertar tormentoso. La Biblia habla de la dureza del cuello (provocada por el obstáculo al caminar que provoca el ídolo).

El exilio es aquel lugar donde caemos cuando perdemos el control de lo conocido, cuando dejamos la adicción a sentarnos en los cafes conocidos. El exilio es un lugar que tiene la contundencia de lo real, donde no encaja lo imaginario que surge en la comodidad de lo mullido. 

La anamorfosis, una forma en su momento de cambio, es decir una forma en un momento de su transformación. En un momento imposible de percepción, como se entiende desde lo habitual. Ejemplo: la matanza de niños inocentes que rodea el nacimiento del niño salvador. A la maldad de Herodes se suma su apetencia a entidalas construcciones faraónicas (que brota del arquetipo de la torre de Babel). El niño puede destruir la construcción destinada a ser inmóvil. 

La identidad no esta en uno, como algo otorgado, sino en el permanente descubrimiento en mi, de las diferencias que ocurren en mi identidad, provocadas en  los diversos encuentros con los otros, los cuales, me solicitan de modos infinitamente particulares.

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